martes, 26 de marzo de 2013

La urbanización: el otro motor de la locomotora minera

La urbanización: el otro motor de la locomotora mineraImprimirE-mail
REGIONES
Domingo, 24 de Marzo de 2013 20:15
BOGOTALa extracción de materiales de construcción probablemente sea tan depredadora e ilegal como la gran minería del carbón y del oro. Pero pasa de agache, estimulada por la urbanización desbocada que han promovido las políticas desde hace 40 años.

Urbanización desbocada
El influyente economista Lauchlin Currie — autor del Plan de Desarrollo Las Cuatro Estrategias 1970-1974, argumentó que para el crecimiento de Colombia sería indispensable promover la urbanización.[1]
Fredy Cante Mineria Bogota excavacion
La urbanización desbocada ha producido grandes males y hoy atenta contra la supervivencia sana, debido al uso creciente de recursos minerales agotables para construir.
Foto: encuentromegaproyectosy
mineria.blogspot.com
Basado en conceptos clásicos de Adam Smith y de Allyn Young, sostenía que el crecimiento económico se explica por la interacción entre fuerzas endógenas del mercado: existe un círculo virtuoso entre en el aumento en el tamaño del mercado (demanda fundada en deseos insaciables) y el aumento en la oferta de mercancías, gracias a la mayor productividad que resulta de la creciente división del trabajo y del conocimiento.
El crecimiento se auto–perpetúa debido a que cada nuevo producto constituye una demanda que genera su propia oferta (afirmación que se conoce generalmente como la “ley de Say”): cada nuevo bien o servicio encontrará compradores gracias a emociones como la envidia, la frustración y la ansiedad, y a los vicios y a las adicciones  de los consumidores.
Currie partió de los siguientes supuestos:
i)          Existen unos sectores líderes como el gasto público en infraestructura, la fabricación de vivienda y la producción de armas;
ii)        Aunque la vivienda es un bien de consumo durable, su demanda es elástica y generalizada (debido al crecimiento poblacional, y a presiones familiares y sociales para que la gente adquiera vivienda nueva y mejor localizada);
iii)      La creciente urbanización contribuye al crecimiento, pues la mano de obra no calificada (desplazada voluntariamente del campo) puede ser empleada y bien remunerada mediante la oferta de nuevas viviendas;
iv)      como en el mercado lo que cuenta es la demanda efectiva, los potenciales compradores de nueva vivienda deberían tener acceso a un crédito blando y decente (justo lo opuesto de lo ocurrido con el nefasto sistema UPAC, creado también a instancias del propio Currie).
En aras de la supervivencia y de la felicidad humanas, Currie insistía en que el desarrollo debería traducirse en mayor control sobre el medio ambiente. Pero irónicamente la urbanización desbocada también ha producido grandes males y hoy atenta contra la supervivencia sana, debido al uso creciente de recursos minerales agotables para construir y remodelar vivienda, cuya extracción destruye montañas y perjudica a la agricultura y al medio ambiente, además de provocar el agotamiento del agua y la contaminación del aire.
Jungla de cemento y minería a cielo abierto
El proceso de urbanización y la construcción demandan gran variedad de materiales. Están ligadas a un patrón cultural que reproduce prototipos de vivienda bajo técnicas precarias de construcción, como el uso intensivo de materiales pesados (para hacer casas “sólidas” y “ostentosas”).
Fredy Cante Mineria Bogota locomotora
Foto: 
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62376953@N05/7734413632/
Desde los cimientos, las estructuras, los muros, los entrepisos y  los acabados, se crea una demanda descontrolada por recursos minerales como arena, diversas clases de piedras y calizas, y arcillas.
Un inventario geológico–minero de 840 explotaciones— que para 1996 representaban el 90 por ciento de las minas en la Sabana de Bogotá — reveló que el 66 por ciento de las minas visitadas se encontraron activas,  que el 57 por ciento se dedicaba a la extracción de arcilla, el 23 por ciento a arenas, el 14 por ciento a recebos, el 3 por ciento a gravas, el 2 por ciento a arenisca y el 1 por ciento a triturados[2].
La demanda de materiales se ha disparado además debido a un cierto consumo ostentoso: sometimiento a la moda del momento en términos de arquitectura, ampliaciones y  remodelaciones, que recortan artificialmente el tiempo de vida útil de un bien, considerado “durable”.
Tal demanda es acicate para el colosal crecimiento de la minería a cielo abierto en los confines de Bogotá y en nuevas canteras en los municipios de la Sabana, que altera profundamente al ecosistema, pues compromete no solo la cobertura vegetal y las demás cadenas que dependen de esta, sino que afecta el suelo, la atmósfera y la base portante del suelo. Esta afectación geo–morfológica puede alterar grandes ciclos de materiales, como el del agua.
Cerca del 30 por ciento de las explotaciones mineras  en Colombia carece de los permisos  establecidos por las autoridades mineras y ambientales, por lo cual se considera minería de hecho o ilegal. Una investigación sobre tal tipo de minería fue elaborada por la Defensoría del Pueblo que recogió información sobre el 86 por ciento de los municipios del territorio nacional. Se concluye que el 61 por ciento corresponde a minería para construcción, 28 por ciento a extracción de oro, 8 por ciento al carbón y el 3 por ciento restante a otros.
Bogotá más cerca de las canteras
Cada año Bogotá crece a razón de 158 mil habitantes en promedio y se expande  sobre otras 538 hectáreas.  Usando estimativos del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y la historia de la edificación de la ciudad, se proyectaba una construcción cercana a los 4 millones de metros cuadrados anuales hasta 2008.
Fredy Cante Mineria Bogota maquinas
Foto: 
diarioadn.co/bogot%C3%A1/mi-ciudad
Se estimaba que se construirían 31 kilómetros de vías anuales, 160 mil metros de acueducto y alcantarillado y 251 mil metros cuadrados de edificaciones de recreación y deporte en promedio. Estas cantidades resultan en una demanda del orden de 6 millones de metros cúbicos de materiales de construcción por año[3].
La minería es una actividad que normalmente se desarrolla por fuera de las áreas urbanas. Sin embargo, algunas explotaciones, como la de materiales de construcción, se hacen muy cerca de áreas urbanas, generalmente en zonas de expansión, que acaban por alcanzar y sobrepasar las zonas de explotación.
Las canteras abandonadas en el interior o cerca de las áreas urbanas acaban siendo objeto de procesos de urbanización incompletos, generalmente informales, y en condiciones de precariedad y de alto riesgo. Un ejemplo es el sector de El Codito, al noroccidente de Bogotá, en donde partes inestables de una vieja cantera se han deslizado causando muertes en épocas invernales.
Control insuficiente, consumo exacerbado
Los mecanismos para controlar la explotación minera han sido claramente insuficientes en Colombia: títulos mineros, planes de manejo y de acción para la estabilización y recuperación de áreas explotadas, evaluación de impacto ambiental y, más recientemente, evaluación ambiental estratégica (por presión de organismos internacionales).
Fredy Cante Mineria Bogota pesca

“La contaminación provocada por la minería y la tala de árboles ha reducido la cantidad de peces en el río, amenazando una fuente de alimentación de los tule:  ACNUR/ B.Heger
http://www.flickr.com/photos/
acnurlasamericas/5547472600/
de revisión la ley que modifica a su vez la ley 685 de 2001: el Código de Minas. Debido a la crisis provocada por la gran cantidad de explotaciones ilegales y dispersas, se revisan las nuevas estrategias de control.
Pero las leyes no se cumplen: muchas instituciones intervienen en la supervisión de la minería en forma descoordinada, con duplicidad de funciones y en ausencia de una coordinación adecuada. Además, la legislación cambia constantemente, y en particular la definición de las áreas donde se permite la explotación de materiales de construcción.
La complejidad legal, la falta de mecanismos efectivos de control por parte de las autoridades, y las características del mercado de materiales de construcción, contribuyen a que exista una alta participación de actores informales.
Institucionalmente se delimitan las zonas compatibles con la actividad minera, pero se requiere, por el contrario, delimitar aquellas zonas queno son compatibles -para protegerlas-  como sucede en la Sabana de Bogotá.
Si se hiciera cumplir la legislación vigente, solo se tendría una parte de la solución: se enfoca únicamente, y de manera reactiva, sobre el lado de la oferta. Pero el problema de la locomotora minera — como el de las sustancias psicoactivas — es también un problema de demanda: particularmente, de consumo exacerbado.
Se podría contribuir a mitigar la depredación producida por esta actividad minera si se disminuye la demanda por materiales para la construcción. Existen tres posibles soluciones:
i)          Propiciar un aumento significativo en el precio de los materiales para la construcción, tal que permita corregir las externalidades negativas mencionadas y, además, desincentivar la remodelación innecesaria… aunque esto vaya en contravía de los intereses mercantiles del gremio de la construcción;
ii)        Exigir a los mineros la recuperación morfológica del área de donde se han extraído materiales para la construcción, lo que también podría elevar los precios de tales recursos;
iii)      Fomentar el uso de materiales más livianos y renovables para construir vivienda, y promover la educación ambiental, estimulando, por ejemplo, un aprovechamiento racional de la madera y de la guadua.

http://www.razonpublica.com/index.php/regiones-temas-31/3632-la-urbanizacion-el-otro-motor-de-la-locomotora-minera.html

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