lunes, 5 de marzo de 2012

Cuestión de energía


Nacional |4 Mar 2012 - 9:00 pm

Desvío del Magdalena, fruta de discordia

Cuestión de energía

Por: Gigante, Huila

La construcción de una hidroeléctrica en el Huila enfrenta a la comunidad con el Estado.

Panorámica de la zona afectada por la construcción del proyecto hidroeléctrico de El Quimbo, en el Huila.  
Panorámica de la zona afectada por la construcción del proyecto hidroeléctrico de El Quimbo, en el Huila.

John Jairo Soto dice que es pescador desde el vientre de su madre, una mujer aguerrida como lo son las de esas tierras de Gigante. Nació hace 33 años en Puerto Seco, un poblado ubicado a cinco kilómetros abajo del dique.
Creció como lo hacen muchos de sus coterráneos, en una familia humilde pero muy trabajadora y con ganas, insiste, de “echar pa’lante”.
Soto es de familia de pescadores que le han sacado una buena cantidad de peces al río Magdalena, desde cuando sus aguas no se encontraban tan agitadas como lo están ahora por cuenta de las protestas contra el proyecto hidroeléctrico El Quimbo, que afecta a seis municipios de Huila, una extensa área en la que se comenzó el desvío en 500 metros del cauce del río Magdalena, para construir los túneles contemplados en la megaobra.
Míller Dussán, de Asoquimbo, asegura que no es que haya oposición a la producción de energía, sino que se busca que se haga de manera adecuada (ver nota anexa).
Y aunque el presidente Juan Manuel Santos señaló que se trata de un proyecto de energía limpia que el país necesita, ayer, frente al sitio donde comienzan las obras, decenas de personas, entre estudiantes, pescadores y entidades de derechos humanos, volvieron a sentar su voz de protesta, mientras una comisión de la corporación autónoma regional, CAM, se reunía con delegados de Emgesa en el interior del túnel.
El plan ha sido cuestionado por ecologistas y habitantes de Gigante, Garzón, Tesalia y otros municipios de la zona, quienes han expresado sus temores porque, según ellos, con el desvío de las aguas del río, a la altura de Puerto Seco, serán inundadas las tierras más productivas de la región para construir allí un túnel.
Como lo informó El Espectador el pasado sábado, la firma Emgesa, dueña del proyecto, dice que invirtió US$143 millones en repoblación, reubicación y sostenimiento de afectados por la obra, con quienes concertó hace dos años.
Ante el posible daño al ecosistema, Julio Santafé, director técnico del proyecto, explicó que se hará un retiro de peces para trasladarlos aguas arriba de la estructura que se está construyendo.
En el tema ya pusieron sus ojos la Procuraduría y la Fiscalía, que comenzaron averiguaciones preliminares en el terreno para detectar eventuales irregularidades.
Y es que el asunto no es de poca monta, teniendo en cuenta que miles de familias de la zona derivan su sustento de la pesca en esa región, labor que se vería alterada con el desvío del río.
“Nosotros no tuvimos mucho, pero eso sí nunca nos faltó nada, porque yo crecí viendo a mi papá levantarse muy temprano a pescar y con eso nos levantó. Ahora mismo somos siete en la familia los que pescamos diariamente para poder vivir”, dice Soto.
Pero la historia de Jhon Jairo Soto no es la única en Puerto Seco y sus alrededores. Con él han marchado al menos otros 1.200 pescadores que vienen bajando desde La Jagua, un centro poblado del municipio de Garzón, hasta Betania, donde está la hidroeléctrica, para protestar por que se les cumpla lo prometido.
José William Soto, vocero de los pescadores, expresa su molestia al afirmar que “llevamos cuatro meses haciendo resistencia, desde cuando comenzamos a reunirnos con la gente de Emgesa para ver cómo nos iban a recompensar, porque con el desvío del río la pesca se nos volvía complicada. A la fecha no ha pasado nada y sólo hemos recibido malos tratos”.
Y es que según sostienen, a ellos les prometieron una solución antes de que se diera el desvío del río pero hasta la fecha, añaden, nada ha pasado.
De hecho, afirman que ni siquiera la comisión de garantes del Estado, conformada por la Procuraduría y la Defensoría, entre otras entidades, les cumplió, pues al parecer la idea era que antes de que se diera el desvío del río habría sobre la mesa una alternativa para reactivar la producción.
Ni Jhon Jairo ni José William saben ahora qué harán con sus vidas, dicen. Antes, sus jornadas podían comenzar a la madrugada o en los primeros instantes de la noche, pero desde hace ya varias semanas no tienen nada que hacer.
“Uno se podía levantar temprano, o trabajar de noche, dependiendo de cómo estuviera el agua. Había meses que nos tocaba de noche, cuando el agua estaba bien clarita, pero cuando llovía íbamos de día. Ahora no estamos haciendo nada, porque no sabemos hacer más que pescar”, subraya Jhon Jairo.
Míller Dussán dice que la situación ahora es mucho más preocupante y va más allá del impacto ambiental que está provocando la construcción de la hidroeléctrica, pues lo que sigue es un problema social: “esta gente ha pescado toda su vida y no sabe hacer otra cosa, no conoce otro oficio”.
Pero los pescadores no parecen ser los únicos afectados con el desvío del río. En Puerto Seco, un sitio donde la economía depende de la comercialización del pescado, las cosas no están mejor.
José William Soto asegura que buena parte del producto se vendía en Puerto Seco a los restaurantes, pero ahora muchos de ellos han tenido que cerrar porque ya no hay qué vender.
El costo de la obra es de aproximadamente 832 millones de dólares y, según Lucio Rubio, gerente de la empresa que adelanta el proyecto, es similar al de Betania, y abastecerá el mercado local para luego dar paso a la exportación a Ecuador y Panamá, a través de un proceso de interconexión.
Los temores de Asoquimbo
Míller Dussán, de Asoquimbo, advierte que en Europa proyectos como estos son llamados dinosaurios, porque son depredadores y destructores, a sabiendas de que hay otras alternativas menos dañinas.
Además, afirma, aquí no se está cumpliendo con lo establecido en la licencia ambiental.
Asegura que los vertimientos del túnel ya acabaron con el 80 por ciento de la pesca en el río y con mucha de la minería artesanal. Esto sin contar con que por cuenta de la construcción de la hidroeléctrica se verá afectada la capacidad productiva de al menos seis municipios en el departamento.
Y aunque mientras duren las obras, que concluirían en 2014, se estima que se produzcan 3.300 empleos, nadie sabe qué va a pasar luego con las zonas afectadas y sus habitantes.

http://www.elespectador.com/impreso/nacional/articulo-330278-cuestion-de-energia

No hay comentarios:

Publicar un comentario